En Cuenca algunas personas se han dedicado a criticar a la administración municipal por supuestas deficiencias en su gestión.
Que si faltan obras en tal o cual sector; que si el proyecto Tranvía no avanza; que si la ordenanza de protección a los animales domésticos no se tramita que bla... bla... bla... toda una letanía de quejas y reclamos.
Las autoridades lideradas por el alcalde Marcelo Cabrera desarrollan su trabajo con el máximo de dedicación y empeño en beneficio de la comunidad y exigen a los responsables de cada frente de obras que se cumplan plazos con todas las normas y parámetros de calidad.
El propósito es satisfacer las más apremiantes necesidades de la población, sin escatimar ningún esfuerzo; eso sí mediante una adecuada planificación que permita optimizar los recursos, según las prioridades.
Lo lamentable es que en medio de los reclamos populares que tienen fundamento, también hay quienes tratan de pescar a río revuelto, lanzando su veneno para desprestigiar a esta administración que se caracteriza por el trabajo y la transparencia.
Al parecer hay quienes tratan de figurar por medio de acciones poco claras que se enmarcan en una especie de actividad que causa bulla pero que resulta volátil; en muchas ocasiones carecen de propuestas o son argumentos poco o nada útiles. Ese es el tipo de actitud que no quieren los cuencanos; es decir la de los políticos "cuetes" porque después del ruido se hacen humo.
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